A mi hija
Que el mundo nunca te quede pequeño, que el horizonte no te sea frontera, y que cada paso que des sea un encuentro contigo misma. Que el viento despeine tus miedos y la lluvia riegue tus sueños. Que las noches no te asusten, porque siempre llevarás estrellas en los bolsillos.
Que nunca te falten palabras para decir lo que sientes, porque el amor, cuando no se nombra, corre el riesgo de perderse. Dilo todo. Dilo sin miedo. Que tu voz sea puente, nunca muro.
Que seas agradecida, porque quien sabe ver la belleza en lo pequeño lleva consigo una fuente inagotable de luz. Agradece el pan, la risa, el abrazo, agradece incluso los días grises, porque de ellos también nace la fuerza.
Que la vida te enseñe sin lastimarte, y si alguna vez caes, que siempre encuentres manos dispuestas a levantarte. Que descubras la magia en lo simple, en el aroma del café recién hecho, en una tarjeta escrita a mano, en la certeza de que siempre habrá un hogar esperándote.
Que nunca te falte el coraje de ser quién eres, pero que la humildad sea tu faro. No hay grandeza en mirar desde arriba, sino en saber caminar junto a los demás sin olvidar de dónde vienes.
Que la vida te llene de preguntas y que siempre tengas el valor de buscar las respuestas.
Que el dolor no te endurezca, que la injusticia no te venza, y que nunca olvides que dentro de ti late un fuego capaz de incendiar la tristeza. Que las despedidas no duelan tanto y que los regresos siempre tengan sabor a casa. Que el destino te sostenga con ternura, pero sin cerrarte la jaula.
Que el mar te espere, que el sol te nombre, que el tiempo te abrace. Y que la felicidad, esa viajera errante, nunca olvide el camino de regreso a ti.
Y el día que parta, no será un adiós, sino un hasta pronto.
Porque seguiré en vos, en cada latido, en cada risa inesperada. Me verás en el cielo de Sasi, Felisa, Luna y Natacha, donde andaré suelto y feliz, jugando con ellas. Y cuando la noche se asome, mi polvo de estrellas se posará en tu frente con un beso callado, para recordarte, siempre, que el amor nunca muere.
Pero no te asustes, que todavía quedan muchos años para vivir unidos, en familia, con alegría y paz.
“El tiempo nos pertenece y cada día es un regalo, así que sigamos, con la risa de testigo y el alma en casa.”