Historias verdaderas: “Chiune Sugihara, el hombre que desobedeció”
El sol todavía no ha salido, pero las sombras ya esperan en la estación. Son largas, inquebrantables, como el miedo que arrastra a los hombres, a las mujeres, a los niños. Todos tienen los ojos abiertos, no por la luz del día, sino porque el miedo no deja dormir.
Chiune Sugihara*, el cónsul japonés en Kaunas, Lituania, se despierta antes que todos. No tiene el uniforme de un soldado, pero lleva una guerra en su alma. Las sombras lo buscan, acuden a él como un rayo de esperanza en medio de la oscuridad. Están huyendo, todos huyen. Huyen de la muerte que les pisa los talones, del odio que quiere borrarlos de la historia. Han oído que un hombre, con un sello y una pluma, tiene el poder de salvarlos.
Sugihara moja la pluma y firma. Firma, una vez y otra vez, nombres que no conoce. Firma vidas que nunca verá. Firma, sin saber si al hacerlo está cambiando el destino o si simplemente está retrasando lo inevitable. Su mano no tiembla, pero su alma grita, porque sabe que está desobedeciendo.
El gobierno de Japón le ha ordenado que no lo haga. La orden es clara: no emitas visados, no ayudes a los judíos. Pero Sugihara no puede cerrar los ojos. Cuando no quieras ver, podrás cerrar los ojos. Cuando no quieras amar, ¿crees que es posible cerrar tu corazón?
Y él no cierra los ojos. Su corazón no se detiene. Firma más visados, tantos que ya no hay espacio en la mesa. Lo hace durante horas, días, sin descanso. No hay tiempo, no hay tiempo para pensar. Lo hace porque sabe que, al firmar un papel, está firmando una oportunidad para alguien más. No todos los héroes tienen capas. Algunos solo tienen una pluma y un corazón que no se doblega ante la indiferencia.
A pesar de todo, no se detiene. Firma, firma, firma. Y cuando los soldados le dicen que se detenga, él sigue escribiendo, ahora en el tren, a través de la ventana. Los visados caen como cartas de un destino mejor, como el último suspiro de aquellos que no tienen otra esperanza.
Muchos años después, alguien le preguntará por qué lo hizo. ¿Por qué desobedeció?
—Ellos eran humanos —responderá, sin vacilar—, y necesitaban ayuda.
Y quizás, en ese momento, cierre los ojos. Pero no el corazón. Nunca el corazón.
*Chiune Sugihara, (1 de enero de 1900 – 31 de julio de 1986) fue un diplomático japonés que se desempeñó como vicecónsul del Imperio japonés en Kaunas, Lituania. Durante la Segunda Guerra Mundial, Sugihara ayudó a miles de judíos a huir de Europa emitiéndoles visas de tránsito para que pudieran viajar a través del territorio japonés, arriesgando su carrera y la vida de su familia. En 1985, el Estado de Israel honró a Sugihara como uno de los Justos entre las Naciones por sus acciones. Es el único ciudadano japonés que ha sido honrado de esa manera. Lituania declaró el año 2020 como «El año de Chiune Sugihara» en su honor. En la actualidad, el número estimado de descendientes de quienes recibieron “visas Sugihara” oscila entre 40.000 y 100.000.