Alegría que se convierte en tristeza durante las festividades
La tradición y la publicidad nos dicen que estamos obligados a disfrutar y ser felices. Sin embargo, esto no siempre es así, y no todos encuentran motivo de alegría en estas celebraciones. Para algunas personas, las fiestas representan una dificultad especial, y la llegada de estas celebraciones colectivas puede generar temor.
Los psiquiatras conocen bien el caso de aquellos que, desconcertados ante la alegría general, inician el nuevo año sumidos en la depresión. Son aquellos que se esfuerzan por divertirse y ser felices como los demás, pero no lo logran. Al descorchar las botellas, algunos destapan sus frustraciones, haciendo que el regreso a la vida cotidiana sea más difícil que en cualquier otra época del año.
Esfuerzos por encontrar alegría socialmente
Se malinterpreta que una persona joven no haya tenido un lugar al que ir a divertirse la noche del 31 de diciembre. Del mismo modo, no haber cenado con la familia en Nochebuena parece indicar desgracia. Algunas personas hacen esfuerzos considerables por encontrar compañía en esas noches. Sin embargo, no es saludable tener demasiadas expectativas sobre un día en particular.
Aunque cambie el año, la realidad difícilmente se transforma de un día para otro. La psiquiatra y psicoanalista Norma Ferro señala que, para evitar consecuencias posteriores, es necesario «traer a la realidad» a aquellas personas que depositan demasiadas ilusiones en una fecha y hacerles comprender que «lo que no puedan encontrar habitualmente, no lo van a conseguir en un día, por muy señalado que sea».
Lo que no da resultados
El refrán popular que dice «año nuevo, vida nueva» refleja claramente cómo estas expectativas excesivas están presentes incluso en la conciencia colectiva. En particular, el día de Nochebuena desencadena en algunas personas un estado especial de tristeza.
Es una fecha arraigada en los niveles «más profundos y afectivos», según el profesor Santo Domingo. Añade que ha conocido pacientes que en estos días «constatan su incapacidad para integrarse en el ámbito familiar» y reconoce que «en esta época del año, las personas depresivas ven agudizados sus problemas, y se dan más casos de tentativas de suicidio». Para estos pacientes, recomienda adoptar medidas que refuercen el dominio de sí mismos para que puedan aumentar su seguridad.
En otros casos, es preferible enfrentarse al problema con mayor realismo «y hacer ver a esa persona que es mejor que no participe en la fiesta». «Lo que nunca da resultado», según el profesor Joaquín Santo Domingo, «es forzar a un paciente depresivo a que se divierta», como en muchos casos hacen familiares y amigos con la mejor intención. Quien tiene su capacidad de divertirse seca puede llegar, incluso, a sentirse culpable de su situación y evidenciar aún más su fracaso.