“La causa justa, toda causa justa, se convierte en injusta en el momento en que la llevamos hasta sus últimas consecuencias.” Hans Magnus Enzensberger (1929 –2022)
La frase invita a la reflexión profunda sobre la naturaleza de las causas y los conflictos, incluyendo las guerras. Aquí, intentaré explorar esta idea. En primer lugar, cuando considero esta afirmación en relación con las guerras, pienso en que muchas guerras comienzan con una justificación aparentemente legítima.
Por ejemplo, la defensa de la libertad, la protección de los derechos humanos o la lucha contra la opresión pueden ser causas iniciales que parecen justas. Sin embargo, a medida que una guerra progresa, es común que se produzcan consecuencias negativas, como la pérdida de vidas humanas, el sufrimiento de civiles, la destrucción de infraestructuras y el agravamiento de tensiones internacionales.
El dilema ético surge cuando, en la búsqueda de una victoria completa, las partes involucradas pueden recurrir a tácticas que son moralmente cuestionables, como el uso de la violencia indiscriminada, la comisión de crímenes de guerra o la negación de derechos humanos básicos. En este punto, la causa inicialmente justa puede transformarse en algo profundamente injusto, lo que pone de manifiesto la importancia de considerar las consecuencias a largo plazo de esas acciones.
Mi reflexión no se limita únicamente a las guerras. Se aplica a una variedad de situaciones en la vida cotidiana. Por ejemplo, en las luchas por la justicia social, es fundamental mantener la integridad y ética de la causa, incluso en medio de la pasión y la urgencia por el cambio. Si una causa justa se contamina con tácticas injustas o extremas, podría perder el apoyo y la legitimidad que tenía originalmente.