Recordando a Bedson en su 43 aniversario
Madrid, 24 de abril 2022.
Los orígenes
Fue allá por 1964. Arnaldo Colusi -fallecido en 2006-, apasionado por la microbiología, me conoció trabajando en el laboratorio multinacional Le Petit de la Argentina. El me inició como ayudante del laboratorio de patología aviar, mientras cursaba mis estudios universitarios. La avicultura en la Argentina empezaba un crecimiento industrial y miraba el porvenir con entusiasmo.
Entre las décadas de los 60s y 70s y de la mano de Colusi y su equipo de trabajo se pudo descubrir, aislar e identificar diferentes enfermedades aviares que causaban estragos: Bronquitis Infecciosa Aviar, diferentes Mycoplasmas, Reovirosis Aviar, Enteritis Necrótica, por solo citar algunas.
A mediados de los 70s nos trasladamos a la ciudad de Pilar, provincia de Buenos Aires y allí inauguramos lo que sería otra innovación: el primer laboratorio y consultorio veterinario independiente que prestaba servicios a los productores avícolas de la región y de todo el país. Un servicio que tuvo mucho suceso y al que se incorporaron profesionales de prestigio como María Victoria Terrera, Roberto Visser, Ricardo Llorens y Jorge Alfredo Elías, entre otros.
Por aquel entonces, el país sufría graves epidemias de tifosis aviar que provocaban graves pérdidas a los productores. Colusi encontró la solución: logró aislar la cepa 9R y a partir de allí, hacer una vacuna experimental contra la enfermedad. ¡Fue todo un éxito! Tanto, que le valió reconocimientos académicos, y la posibilidad de iniciar un nuevo ciclo, alejándonos del consultorio veterinario hacia otros rumbos.
Bedson S.A. nace en 1979
Hoy hace 43 años y de la mano de dos amigos que decidimos incursionar en productos veterinarios para el sector avícola nació esta empresa. En la actualidad, el laboratorio continúa exportando más del 80 % de su producción a más de 50 países. Con una cultura empresarial precursora, continúa trabajando por la innovación y la responsabilidad social empresaria.
Fue el sueño emprendedor de dos amigos, dos hombres que nunca se propusieron ser empresarios. Nuestros orígenes fueron la investigación y la docencia. Pienso que cansados de las falsas promesas de incorporarnos a una gran empresa y fabricar allí nuestros novedosos productos, decidimos un día ponernos al frente de la nuestra y empezar de cero.
Primero fueron vacunas aviares, luego desarrollos farmacéuticos y aditivos totalmente innovadores y después, la innovación vino del desarrollo estratégico de un plan comercial de exportación global, que nos llevó más de diez años de inversión- Y mucho riesgo. Pero estábamos convencidos que ése era el futuro. El tiempo nos dio la razón.
Ese esfuerzo redundó en innovaciones de mercado. Entre ellas, el primer desarrollo mundial del antibiótico fosfomicina para uso veterinario; la incorporación de hidratos de carbono de alta energía -como la fructosa 1.6 de fosfato- como energizante veterinario, y el primer desarrollo como aditivo antitóxico de extracto de cynara en aves y porcinos.
Un proceso que nos valió reconocimientos de todo tipo. El más importante, cuando ONUDI, la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, nos eligió como una de las empresas más innovadoras de la Argentina y Latinoamérica.
Fuimos con Arnaldo la combinación ideal, la combinación entre lo científico y lo comercial. Nos entendíamos a la perfección y sentíamos una admiración recíproca. Sin envidias ni falsos orgullos. Así pudimos crecer.
La expansión
A principios de los 80s, comenzamos a exportar a distribuidores exclusivos. Primero, tímidamente, a Uruguay. Luego siguieron Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, Brasil, Chile, Venezuela, Panamá, Guatemala, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, República Dominicana y México. Pusimos pie en los Estados Unidos, con la apertura de nuestra oficina en Miami. A eso siguió la expansión con la instalación de sucursales propias en Uruguay, Guatemala, Republica Dominicana y México.
Allá por el 2003, acordamos que era tiempo de poner pie en Europa, con una sede de trabajo. Madrid fue la ciudad elegida y a ella llegué con la idea de permanecer tres o cuatro años, hasta dejarla establecida y en expansión, y regresar.
La impresionante expansión de nuestros productos alteró el plan. Sudáfrica, el Oriente Medio, el Sudeste Asiático, China, Rusia y Australia fueron nuevos mercados para la industria nacida en Pilar y asentada con la estrategia comercial de Madrid.
Fue un trabajo de equipo. Muchos y valiosos colaboradores lo hicieron posible. No había forma de volver atrás nuestro crecimiento en lo que llamaríamos EMEAA –Europa, Medio Oriente, Asia y Africa – le dió al negocio de Bedson un crecimiento de más del 100% en las décadas siguientes.
Llegaron las oficinas en el Líbano y en Malasia. En el 2013 nos instalamos en el Parque Tecnológico de Andalucía -PTA- en Málaga y comenzamos una nueva etapa, con el desarrollo de innovación local para acuacultura. Un camino emprendido gracias al apoyo del estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Así, profesionales españoles se sumaron a nuestros equipos de trabajo. Comenzamos a fabricar y vender en toda la Unión Europea.
Una mirada en perspectiva desde el 2022
Hicimos una planta modelo en Pilar, con las mejores instalaciones y equipamiento técnico científico. Dimos trabajo a más de 100 familias en la Argentina y otras muchas en el exterior, en nuestras filiales. Muchas empresas, tomaron impulso al ver nuestros resultados en innovación y exportación y nos imitaron.
Dejé la presidencia de la organización en el 2017, sintiendo que mi ciclo de 38 años había terminado y me fui en busca de nuevos desafíos.
Hoy veo el negocio Bedson, como algo maravilloso. Y, al mismo tiempo, como un fruto que, de no haber mediado las impredecibles medidas políticas y económicas de la Argentina de los últimos 43 años, hubiese crecido más, mejor. Y sin tanto dolor.
En mi opinión, una organización dedicada a la investigación, desarrollo y exportación debe tener su cuartel central en un país estable y predecible, que apoye genuinamente a sus empresarios, que son los que generan puestos de trabajo e ingresan divisas.
Veo a la empresa navegando “con el viento de cola” de los buenos tiempos. Mucha gente trabaja con entusiasmo. Nuevas generaciones que procuran lo mejor, a pesar de los problemas de Covid 19, la guerra en Ucrania, el aumento del precio de las materias primas y del costo del flete internacional.
Deseo todo lo mejor a la empresa en este nuevo aniversario, y quiero cerrar con una reflexión , durante los tiempos difíciles se necesita mucha esperanza y aliento para seguir adelante. Es esa pequeña chispa de esperanza lo que motiva a ver las cosas de forma más positiva , no importando lo difícil que parezcan los problemas. De hecho, la esperanza es posiblemente el factor más importante cuando se trata de superar los grandes retos de la vida.
Por Omar Romano Sforza
Socio fundador y accionista del grupo Bedson