Nicolás Maquiavelo vive

Florencia. Siglo XV. En las calles serpenteantes de la ciudad, donde los muros susurraban nombres de traiciones, Nicolás Maquiavelo ( 1469-1527) nació sin corona, pero con pluma. Hijo de un jurista pobre y de una ciudad que paría genios y verdugos al mismo tiempo.

Nació para ver lo que otros no querían ver: Que el poder no era un dios, sino un monstruo con dientes y sonrisa. No se asustó. Lo estudió. Lo acarició. Lo denunció.

Maquiavelo no escribió para quedar bien con nadie. Escribió para decir lo que era, no lo que debía ser. Y así, mientras los príncipes del mundo seguían pintándose con óleo y virtud, él los retrató con sangre, estrategia y ambición.

Fue diplomático sin diplomacia, testigo sin vendas. Vio caer repúblicas, subir tiranos, traicionar amigos, matar ideas. Lo exiliaron. Le dieron la espalda. Pero mientras lo olvidaban, él escribía. Y El Príncipe, su criatura más feroz, empezó a hablar por él en los oídos del mundo.

Hoy, en el año 2025, su eco sigue retumbando: Entre discursos, algoritmos y fronteras cerradas. Porque el poder —ese viejo lobo— sigue con hambre, y Maquiavelo sigue con vigencia.

Diez golpes de su pluma, diez reflejos en nuestro tiempo:

  1. «El fin justifica los medios.» No lo dijo así, pero lo pensó. Y hoy, cada vez que una empresa explota a sus personas para “mejorar la experiencia del cliente”, o cuando una nación bombardea en nombre de la paz, Maquiavelo aplaude con tristeza.
  2. «Es mejor ser temido que amado.» El CEO que despide con una sonrisa. El presidente que sonríe mientras militariza. Hoy el miedo cotiza mejor que el afecto, y el amor es un riesgo no rentable.
  3. «La política no tiene relación con la moral.» Lo sabía él, lo saben ellos. Y nosotros, ciudadanos con ilusiones recicladas, todavía esperamos milagros en las urnas.
  4. «Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen.» El miedo disciplina. El amor se confía. En 2025, todavía se educa más con castigo que con ternura.
  5. «El que engaña siempre encontrará quien se deje engañar.» Fake news, influencers de plástico, promesas electorales de segunda mano. En la era de la información, la mentira tiene Wi-Fi.
  6. «El primer método para estimar la inteligencia de un gobernante es mirar a los hombres que tiene alrededor.» Y muchos gobiernos hoy son funerales de la inteligencia. Se rodean de espejos, no de cerebros.
  7. «El hombre olvida con más facilidad la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio.» Los bancos no cierran por duelo. El mercado no guarda silencio por nadie. El dinero sigue siendo más sagrado que la sangre.
  8. «Donde hay buena disciplina, hay orden y respeto.» Pero cuidado. A veces la disciplina es represión con uniforme. Y el respeto, solo miedo disfrazado de obediencia.
  9. «Todos ven lo que aparentas; pocos advierten lo que eres.» Instagram, LinkedIn, discursos con teleprompter. Hoy somos avatares de nosotros mismos. ¿Quién se atreve a mostrar lo que realmente es?
  10. «La naturaleza de los pueblos es muy poco constante…» Ayer quemaban ídolos, hoy los siguen ciegos. Las masas cambian de idea como de camiseta, y los que saben eso, ganan.

Maquiavelo no fue cínico. Fue sincero. No dijo: ‘Haz el mal’. Dijo: ‘Así funciona’.

No escribió manuales para monstruos. Escribió espejos. Y quien se mira en ellos, se descubre sin disfraces. Hoy, su alma camina por pasillos de parlamentos, por oficinas de marketing, por perfiles de inteligencia artificial.

No murió en 1527. Maquiavelo, como el poder, sigue vivo.

Y aún nos mira.