¿Tomás mate?
Te cuento lo que dice la ciencia sobre esta costumbre tan nuestra:
La yerba mate, cuyo nombre científico es Ilex paraguariensis, es una planta originaria de la región subtropical de Sudamérica. De sus hojas se elabora una infusión tradicional conocida como «mate», que ha trascendido lo meramente alimenticio para convertirse en un símbolo cultural profundamente arraigado en países como Argentina, Uruguay, Paraguay y el sur de Brasil. En Paraguay, además, se consume una versión fría llamada tereré, ideal para los climas cálidos del país.
A lo largo del tiempo, el consumo de yerba mate se ha extendido más allá de las fronteras del Cono Sur.
En países como Chile y Bolivia se está volviendo cada vez más común, y su popularidad continúa creciendo en Europa, Estados Unidos y partes de Asia, donde se valora por sus propiedades estimulantes, antioxidantes y digestivas.
Más allá de lo nutricional, el mate es también un fenómeno cultural y social.
Personalidades del deporte y el espectáculo han contribuido a su difusión internacional. El futbolista Lionel Messi, por ejemplo, ha sido fotografiado en múltiples ocasiones tomando mate antes de los partidos, lo mismo que su colega francés Antoine Griezmann, quien adoptó esta costumbre durante su paso por clubes españoles con fuerte presencia de jugadores sudamericanos.
En el ámbito del cine, el actor Viggo Mortensen, conocido por su papel como Aragorn en El Señor de los Anillos, es un ferviente bebedor de mate y ha contribuido activamente a su promoción, especialmente en Estados Unidos y Europa. El mate, entonces, no es solo una bebida: es una experiencia compartida, un rito cotidiano y una expresión de identidad regional que hoy empieza a conquistar al mundo.
Estudios han demostrado que la yerba mate es rica en antioxidantes, incluso más que el té verde.
Estos antioxidantes —principalmente polifenoles como el ácido clorogénico— ayudan a combatir el estrés oxidativo, un factor relacionado con el envejecimiento y enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes y las enfermedades cardíacas. Además, la yerba contiene cafeína, teobromina y otras xantinas, lo que la convierte en una aliada para mejorar la concentración, el estado de alerta y el rendimiento físico y mental. Es como una energía sostenida, sin el «bajón» que a veces da el café.
¿Y la salud cardiovascular?
También tiene puntos a favor: investigaciones como la de Martinet et al. (2010) muestran que el consumo regular de mate puede ayudar a reducir el colesterol LDL (“malo”) y aumentar el HDL (“bueno”).
Pero ojo: no todo es positivo si no se consume con conciencia.
El principal riesgo asociado al mate no está en la yerba, sino en la temperatura. Tomar líquidos muy calientes (más de 65°C) se ha relacionado con un mayor riesgo de cáncer de esófago, según la OMS. También es importante elegir yerbas de buena calidad, ya que algunas pueden contener hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAHs), sustancias potencialmente dañinas que se forman en el secado con humo.
¿La mejor forma de tomarlo?
Moderado, a temperatura tibia o caliente pero no hirviendo, y con yerbas sin humo o certificadas. El mate no es solo una tradición: es una infusión con historia, identidad y beneficios reales. La ciencia moderna le da el visto bueno, siempre y cuando lo disfrutemos con equilibrio y conocimiento.
¿Qué significa realmente «matear» con alguien?
Significa compartirse. El mate no se sirve solo: se pasa. Se espera. Se ceba. Es un ritmo compartido, un código silencioso que habla de confianza, respeto y presencia. Significa decir sin palabras: “Estoy con vos”. En silencio o entre charlas, es una pausa en la vorágine. Es la excusa para juntarse, para abrirse, para acompañarse incluso en los silencios más largos.
En una ronda de mate:
No hay jerarquías. Se borran las diferencias. Hay espacio para todos. Es tan íntimo como cotidiano. Se puede tomar entre desconocidos y convertirse en amigos. O entre amigos y fortalecerse como familia.
Como el té en Japón o China…
La ceremonia del té busca la armonía, la belleza, el respeto y la pureza. Es una práctica espiritual que honra el momento presente. El mate, aunque más desestructurado, tiene esa misma raíz: la búsqueda de encuentro. No hay apuro. No hay multitarea. Solo una calabaza que gira de mano en mano y una conversación que fluye con la calidez del agua.
En definitiva…
Matear es una forma de decir «te veo, te escucho, te acompaño» sin usar palabras. Es comunidad, es identidad, es pausa. Y por eso, aunque parezca solo una infusión, es un ritual profundamente humano.
Fuentes:
- Bracesco et al., Journal of Ethnopharmacology, 2011.
- Gugliucci, Clinical Nutrition, 2009.
- Goldenberg et al., Otolaryngology–Head and Neck Surgery, 2003.