Los años pasaron y están pasando bien

Dejaron cicatrices y algunas arrugas, pero también dejaron historias, y las historias pesan menos que los remordimientos.

Hubo caídas, algunas ruidosas, otras silenciosas.

Tropiezos con piedras que no estaban en el camino, sino en el alma. Pero aquí estoy, de pie, respirando el aire tibio de la tarde, sintiendo el sol que no pregunta edades, la brisa que no pide documentos. Aquí estoy, contando los días no como cuentas de un collar que se rompe, sino como frutos que caen del árbol en su tiempo justo.

Dicen que después de los cincuenta nos volvemos invisibles.

Que el mundo aparta la mirada, que ya no somos el brillo de la fiesta ni el centro del escenario. Que la vida es para los que corren, para los que no han aprendido a caminar despacio. Que la historia la escriben los jóvenes, porque los viejos están demasiado ocupados recordándola.

Pero yo no sé si me he vuelto invisible para el mundo, y la verdad, poco me importa.

Porque nunca como hoy fui tan consciente de mi existencia. Nunca sentí con tanta claridad que cada instante es único y que cada respiro es un milagro sin repetir.

Ser invisible, quizá, es un don y no una condena.

Ser invisible es caminar por las calles sin miedo a ser visto y sin miedo a no serlo. Es mirar con paciencia, es aprender a escuchar lo que antes se oía sin entender. Es saber que las hojas caen sin tristeza y que la noche no es un adiós, sino un descanso.

Los que corren, los que gritan, los que empujan, creen que la vida es un escenario y ellos son los protagonistas.

Pobres. No han aprendido que la vida es un susurro, un roce de manos, un silencio compartido. No han aprendido que ser visible es una carga, y que ser invisible es un vuelo.

Yo, en mi invisibilidad, nunca fui tan libre.

Nunca miré el cielo con tanta paz. Nunca amé la vida con tanta urgencia y sin tanta prisa. No necesito que me vean para saber que existo. No necesito que me nombren para saber quién soy.

Los años pasaron. Pasaron bien. Y aquí estoy, respirando, sintiendo, agradeciendo. Sin miedo. Sin prisa. Sin pedir permiso.