Argentina: “El día después del cepo”

A 12.000 kilómetros de distancia, no resulta fácil hablar de un tema tan sensible y a la vez complicado. Con el temor de tener que volver sobre mi análisis, esto es lo que estoy tratando de entender:

Argentina inicia una nueva etapa.

No es exagerado decir que se trata de un parteaguas: desde este lunes, el dólar dejará de estar atado con alambre. Y aunque todavía quedan tensiones por resolver, el cepo —ese corsé que apretaba a ciudadanos, empresas y al propio Estado— empieza a aflojar.

El nuevo esquema que anunció el Gobierno propone una idea audaz:

El dólar flotará, pero no nadará solo en aguas turbulentas. Habrá límites. Una suerte de «corral de goma» entre los $1.000 y $1.400, que irá creciendo un 1% por mes. Dentro de esa banda, el precio del dólar lo marcará el mercado, pero el Banco Central podrá intervenir si las olas son demasiado altas.

El levantamiento del cepo no es total, pero sí significativo.

Para “Doña Rosa”, significa que ya no está ese famoso límite de los 200 dólares por mes. Si tiene ahorros, podrá comprar la cantidad que quiera, aunque claro, a un precio más realista, más cercano al de la calle que al de los bancos.

Para el ciudadano común, la clave es entender que esto no es magia.

No se trata de una “liberación” sin red. El Gobierno no suelta el timón: tiene detrás el respaldo de más de 23.000 millones de dólares que llegarán este año del FMI y otros organismos. Un refuerzo de reservas que busca calmar a los mercados y evitar una corrida.

Pero el verdadero desafío está con el empresario argentino.

Las empresas que deben dólares al exterior —por préstamos o por utilidades que no pudieron girar— todavía tienen restricciones. El Gobierno no quiere que, de un día para el otro, miles de millones salgan del país. Por eso, para esas deudas previas al 2025, se diseñó un nuevo bono: el BOPREAL, una suerte de puente financiero para pagar con tiempo y previsibilidad.

Las importaciones también respiran un poco más aliviadas.

Ahora las empresas pueden pagar mucho antes que antes, lo cual da aire a las Pymes que estaban atrapadas en un laberinto de plazos.

Eso sí, no todo está resuelto.

La inflación sigue siendo un fantasma que ronda. El índice de precios de marzo mostró un repunte: 3,7%, y algunos analistas ya miran con preocupación el impacto que podría tener una mayor demanda de dólares.

Luis Caputo, el ministro de Economía, le restó dramatismo a la reacción inmediata del mercado:

“Lo de corto plazo es volatilidad”, dijo. Para él, el programa económico es sólido y las decisiones de hoy se verán reflejadas en los próximos meses.

Pero la política no es solo economía. También es expectativa. Y ahí está el verdadero termómetro:

¿Le creerá el mercado al Gobierno? ¿Confiará el ciudadano? ¿Se animará el empresario a invertir?

Este lunes comienza una etapa que no será sencilla. Porque liberar el dólar no es lo mismo que liberar la economía. Pero es un gesto. Un mensaje. Una apuesta. Milei —como buen jugador de póker— fue a todo o nada.

Y como suele pasar en Argentina, será la realidad la que se imponga.

Porque el dólar no solo es una moneda: es también un espejo. Y en ese espejo, todos —Doña Rosa, el industrial, el comerciante, el joven que sueña con irse— buscan respuestas.