Europa, entre la improvisación y la ilusión de autonomía
El 20 de marzo, en Londres, el primer ministro británico Keir Starmer encabezó una cumbre con unos 40 países que respaldan a Ucrania en la guerra contra Rusia. La reunión fue la presentación como el primer paso hacia una defensa europea autónoma, pero los números son elocuentes: de los dos millones de soldados que suman estos países, solo 60.000 pueden desplegarse en menos de 48 horas. Si esto es una «fase operativa», Europa tiene un problema serio.
La idea de una Europa militarmente independiente parece más un deseo que una estrategia realista.
La historia es testigo de que el continente ha estado marcado por conflictos constantes, y la ilusión de que su seguridad puede sostenerse sin Estados Unidos parece más bien una respuesta apresurada ante la incertidumbre de Washington.
La Unión Europea ha anunciado un gasto de 800.000 millones de euros en defensa.
Úrsula von der Leyen insiste en que se necesita «un esfuerzo inmediato», pero la gran pregunta es si ese dinero alcanzará para disuadir a Moscú o si, por el contrario, es apenas una cifra rimbombante para encubrir la falta de cohesión y liderazgo en la región.
El gran interrogante es qué pasará si Estados Unidos decide retirarse del tablero europeo.
Su influencia en la OTAN ha sido clave para sostener el equilibrio militar, y sin su presencia, Europa no solo perdería una cantidad significativa de armamento y tecnología, sino que también quedaría expuesta a sus propias contradicciones.
Mientras tanto, las potencias europeas juegan a la estrategia militar con un desconcertante nivel de improvisación.
Primero, el Reino Unido propuso enviar 300.000 soldados a Ucrania, luego redujo el número a 30.000 y finalmente condicionó el despliegue al apoyo estadounidense. Francia, por su parte, sugiere extender su paraguas nuclear al resto de Europa, pero ¿es suficiente con 299 cabezas nucleares frente a las más de 5.000 de Rusia?
Europa se enfrenta a una paradoja peligrosa:
Busca autonomía militar, pero sigue dependiendo de Estados Unidos. La posible desarticulación de la alianza occidental amenaza con abrir un vacío de poder que nadie en Bruselas parece dispuesto –o capaz– de llenar. Lo que está en juego no es solo el futuro de Ucrania, sino la estabilidad de toda la región.
La Unión Europea: errores y aciertos
- La Unión Europea ha vivido en una constante encrucijada entre la necesidad de autonomía y su dependencia estructural de Estados Unidos.
- Si bien ha avanzado en su integración económica, su papel en la seguridad internacional sigue siendo incierto.
- Uno de los grandes errores ha sido la falta de planificación estratégica a largo plazo en defensa, lo que ha llevado a improvisaciones como la mencionada cumbre en Londres.
- La UE ha demostrado lentitud en la toma de decisiones clave, como la creación de un ejército europeo eficaz.
- La fragmentación entre los estados miembros y sus diferencias en política exterior han impedido una respuesta coherente frente a amenazas como la invasión rusa en Ucrania.
- Por otro lado, el anuncio de 800.000 millones de euros en defensa es un paso en la dirección correcta, pero sin un liderazgo claro y un plan de implementación realista, corre el riesgo de diluirse en burocracia.
- En términos de aciertos, Europa ha logrado mantenerse unida en su apoyo a Ucrania y ha fortalecido sus alianzas estratégicas. Sin embargo, su supervivencia como actor geopolítico dependerá de si puede traducir su voluntad en acciones concretas.
Sin un cambio estructural profundo, la ilusión de autonomía seguirá siendo solo eso: una ilusión.