El regreso y la partida
Cuando Eusebio se fue del pueblo, lo hizo sin estrépito.
Apenas una valija despintada y un adiós apenas musitado a la madre, que no lloró hasta después de verlo desaparecer por la polvorienta carretera. Se fue porque el pueblo le quedaba chico, porque la rutina lo asfixiaba, porque la promesa de otro país brillaba más que la luz mortecina de la plaza a la hora del crepúsculo.
Allá, en la ciudad de otros, se hizo de un nombre sin apellidos, de una rutina que no asfixiaba.
Aprendió a dormir con el ruido de los trenes, a beber café sin azúcar y a entender las miradas esquivas de los que, como él, estaban de paso. Pero la nostalgia es un bicho traicionero, que se agazapa en una canción inesperada, en un aroma furtivo o en la manera en que una desconocida pronuncia su nombre con acento familiar.
Así que un día hizo lo contrario:
Armó la misma valija despintada y regresó. Quiso encontrar las calles como las recordaba, con sus charcos de siempre y su aroma a pan recién horneado. Quiso ver el almacén de don Anselmo, la escuela con sus murales descoloridos, la esquina donde aprendió a fumar.
Pero nada era igual.
El almacén tenía otro nombre y vendía cosas que él no reconocía. La escuela tenía un edificio nuevo, con vidrios que reflejaban el sol sin pudor. Y en la esquina, donde antes conspiraban los muchachos, ahora había un estacionamiento con un cartel que prohibía detenerse.
Buscó rostros amigos.
Pero los pocos que quedaban tenían ojos opacos y memoria deshilachada. Sus amigos, los nuevos, estaban en otro lugar. Sus seres queridos también. La madre ya no estaba, la casa era apenas un cascarón vacío y el pueblo parecía otro, con su gente nueva y su lenguaje diferente.
Eusebio se sentó en un banco de la plaza.
Comprendió que su nostalgia había sido por un lugar que ya no existía, por un tiempo que no podía recuperarse. Comprendió que la nostalgia, como lo dice el tango, puede traicionar lo que ya no está: el regreso y la partida.
“Esa misma noche hizo lo que sabía hacer mejor: tomó su valija despintada y partió.”