Lo que el fútbol puede enseñarle a la empresa ..y viceversa
Imaginemos por un momento que una empresa es como un club de fútbol. En este club, como en cualquier equipo, hay una estructura: el presidente, el vicepresidente, los directivos. Y luego, el director deportivo, el entrenador, y para simplificar, los jugadores. A veces, el club compra jugadores, invierte una fortuna, y con suerte, el jugador se adapta y rinde como se espera. Pero no siempre es así. Muchas veces, el jugador llega, no se ajusta bien al equipo, no rinde, y al final, o lo venden o termina sentado en el banco, esperando por una oportunidad que nunca llega.
Ahora, llevemos este escenario a la esfera de una empresa
Puede ser una constructora, una agencia de viajes o cualquier otra. La metáfora sigue vigente. En la empresa, como en el fútbol, los responsables de las decisiones son también vulnerables al error. Y no solo ellos, sino aquellos que deben observar desde lo alto, los que supervisan el orden, el equilibrio, la dirección. Porque la gestión de una empresa no es una tarea que recaiga únicamente en el gerente general o el CEO. Es un proceso colectivo que involucra a aquellos que están en el directorio, los que tienen la responsabilidad de guiar el curso.
Los dueños de la empresa son los accionistas
Ellos, en asamblea, marcan el rumbo. El directorio, entonces, debe encargarse de orientar, de dirigir ese rumbo, de cumplir el mandato de los accionistas. Y el gerente general, el CEO, es quien ejecuta esa orientación, quien convierte las ideas en acción, pero siempre bajo la vigilancia crítica de aquellos que se sitúan en las alturas.
Cuando el directorio olvida su función de vigilar, de guiar desde la prevención, cuando se produce el vacío. Un vacío de liderazgo que no es simplemente una ausencia, sino una presencia que juega en contra, que va enfermando el tejido de la empresa desde adentro. Y es aquí donde las decisiones equivocadas tienen la posibilidad de expandirse como una mancha.
Si se desatienden las señales de alerta, si se aceptan informes sin cuestionarlos, si se coloca toda la confianza en una sola persona, la pasividad termina transformándose en un peligro, una bomba de tiempo que no explota por accidente.
Las empresas, como los equipos de fútbol, son sistemas complejos
Donde la interdependencia de todos sus elementos es la clave. Ningún engranaje puede ser sustituido sin consecuencias. Nadie tiene el lujo de delegar lo que es su responsabilidad. Supervisar no es un acto de control obsesivo ni una vigilancia permanente. Supervisar es el arte de garantizar que las decisiones se tomen con sentido, con ética, con una visión amplia y madura. Supervisar es evitar que un error aislado termine siendo la caída del sistema y provocar un incendio fatal. Perder el campeonato o descender de categoría.
Reflexiones finales:
- El éxito de un equipo, en el fútbol como en la empresa, depende de la colaboración genuina de todos sus miembros. De la correcta ejecución del plan maestro.
- No hay espacio para la arrogancia, ni de egos inflados, de los individuos, porque al final, todas las piezas forman parte de un engranaje que no puede funcionar de forma aislada.
- Cada uno aporta su esfuerzo, su capacidad y su compromiso. La victoria no se consigue solo con el brillo de una estrella, sino con el trabajo conjunto. Porque la “estrella” a veces no funciona y termina en el banco de suplentes.
- En una empresa, como en un equipo, cada individuo tiene un papel crucial que desempeñar. Desde los directivos hasta los empleados de base, todos están involucrados en la misma lucha. Y si uno se desvía, todos lo sienten.
- La responsabilidad es compartida, y las decisiones de uno afectan a todos. No hay espacio para el egoísmo ni la desconexión. La sincronía, la cooperación, es lo que hace posible el triunfo colectivo.
- La gestión de personas con experiencia es crucial para el éxito de cualquier empresa. Estas personas no solo traen consigo conocimientos técnicos y habilidades adquiridas a lo largo de los años, sino también una profunda comprensión del entorno laboral, lo que les permite tomar decisiones más informadas y ofrecer soluciones innovadoras.
- La clave en la gestión de personas, radica en reconocer su valor, motivarlos para seguir aprendiendo y aprovechar su experiencia para mentorizar a otros. De esta forma, se crea un entorno colaborativo en el que la sabiduría de los más experimentados se transmite a las nuevas generaciones, garantizando el crecimiento continuo y la sostenibilidad de la organización.