Ser flexibles
Ser flexible es aprender el arte de doblarse sin romperse, de aceptar las mareas sin perderse en ellas. Es tener la serenidad de la hoja que cae, que aun tocando tierra no renuncia al árbol, ni a la brisa. Flexibilidad es entender que a veces la vida nos exige transformarnos sin perder aquello que nos hace humanos: la ternura, la esperanza, la fe, el amor. Entonces, déjate llevar, sin reparos, por la vida y sus caprichos, como quien se adentra en una brisa inesperada. La vida, esa maestra de lo imprevisible, insiste en pedirnos flexibilidad, en lanzarnos guiños de cambio, y lo único que podemos hacer es aceptar, o al menos intentarlo, ese leve desafío que nos proponemos cada día.
Sé flexible, dice la vida, y su voz es una mezcla de promesa y paciencia
Porque sabe que al principio todos nos resistimos un poco, que hay una zona de confort que cuesta abandonar. Pero una vez que te lanzas, ¿qué puede pasar? Solo que el mundo se vuelva más grande, que la paleta de colores que hasta ahora conocías se ampliaba hasta llenarse de matices que ni sospechabas. Así, el blanco y negro se desvanece, y cada cosa tiene su color propio, su sabor único, y tú, que te creías de una sola pieza, de pronto descubres que eres capaz de sentir mucho más. La flexibilidad es como un viejo amigo que te invita a bailar, y en esa danza, te das cuenta de que los pasos no importan, que el movimiento es libre y que la única regla es seguir adelante. La danza de la flexibilidad es una especie de alegría tranquila, una de esas que te recorre y te sacude, una de esas que te hacen descubrir que puedes cambiar y ser feliz.
Porque, al final, se trata de vivir la vida como quien la palpa, como quien la sueña y la disfruta
Sin urgencias, pero con esa dosis exacta de locura y descubrimiento. Vivir es dejarse asombrar por lo cotidiano y lo extraordinario, por el vaivén de las emociones y la riqueza de cada situación, de cada momento. Es aceptar que, aunque no siempre controlamos el rumbo, sí podemos elegir cómo lo recorreremos. Y es ahí, en esa decisión de fluir y abrazar la vida con los brazos abiertos, donde reside el verdadero arte de vivir. La flexibilidad, entonces, no es solo una respuesta, sino una forma de amar la vida en toda su magnitud. Así, cada paso, cada risa, cada suspiro, se convierte en un acto de valentía y de gratitud.