Hacer el bien de verdad
«Para hacer el bien de verdad, quien da debe olvidar rápidamente, pero quien recibe nunca debería olvidar la bondad recibida.»
Reflexionar sobre esta afirmación me lleva a un entendimiento profundo de la naturaleza del altruismo y la gratitud. Desde mi perspectiva, dar de verdad implica un desprendimiento del ego y un acto puro de generosidad.
Cuando doy algo, ya sea tiempo, recursos o apoyo, lo hago con la intención de ayudar sin esperar reconocimiento o recompensa. Este acto de dar debería ser un flujo natural y desinteresado, algo que no se retenga en la memoria para inflar el orgullo personal, sino que se disuelva en el acto mismo de la bondad.
Por otro lado, recibir una buena acción debe conllevar un agradecimiento duradero. Recordar la bondad recibida es un acto de humildad y reconocimiento de la interdependencia humana. Es un recordatorio de la fragilidad y la belleza de nuestras conexiones, donde cada acto de bondad deja una huella significativa en nuestras vidas. Apreciar y no olvidar estos actos nos ayuda a mantener una actitud de gratitud y a perpetuar el ciclo de la generosidad.
En mi experiencia, he encontrado que cuando olvido rápidamente el bien que he hecho, me libero de las ataduras del ego y me abro más al acto puro de servir. Al mismo tiempo, recordar las bondades que he recibido me ha mantenido humilde y agradecido, motivándome a seguir la cadena de actos bondadosos. Esta reflexión me enseña a equilibrar el arte de dar y recibir, con una mente libre y un corazón agradecido.