Les deseo una Feliz Navidad con una historia
En el rincón de las palabras, encontré refugio para mis pensamientos más delicados. Entre cuentos breves y fábulas, tejí historias que buscan abrazar los corazones con su simplicidad, como suaves caricias en el alma. Con cada palabra, intento desentrañar temas sensibles, invitando a todos a un viaje donde la comprensión es la brújula y la reflexión es el destino. Estas pequeñas narrativas, llenas de emoción, son mi manera de sembrar semillas de inspiración, animando a la mente a volar y al corazón a ponderar. En este universo de letras, confío en que cada historia sea una chispa que encienda la llama de la comprensión y el entendimiento mutuo.
Omar Romano Sforza
Cuento: “Enciende una vela en Navidad y deja que su luz te guie”
Había una vez un hombre llamado Samuel, cuyos cabellos plateados y arrugas en el rostro contaban la historia de una vida bien vivida. Sin embargo, en vísperas de la Navidad, Samuel sintió que el tiempo se le escapaba entre los dedos como arena fina. Recordaba claramente su juventud, sus sueños, y se preguntaba dónde se habían ido los años.
Decidió hacer algo al respecto, así que un frío día de diciembre, Samuel se encontró con una joven llamada Elena. Ella estaba sentada en un banco del parque, con la mirada perdida en el horizonte. Samuel, sintiendo una conexión instantánea, se sentó a su lado.
—Hola, joven dama. ¿Puedo acompañarte esta fría tarde de invierno? —preguntó Samuel con una sonrisa amigable.
Elena, sorprendida pero intrigada, asintió. Samuel empezó a hablarle sobre su vida, sus alegrías y arrepentimientos. Le contó sobre cómo había dejado pasar oportunidades por miedo al fracaso, cómo había olvidado la importancia de disfrutar el presente mientras construía el futuro.
—La vida es como una vela en el viento, Elena. Se consume rápido, y a veces ni siquiera nos damos cuenta. No dejes que el tiempo se te escape sin vivir plenamente —aconsejó Samuel.
Elena, cautivada por las palabras de Samuel, le preguntó cómo podría vivir una vida plena. Samuel sonrió y le contó tres lecciones que aprendió a lo largo de los años.
«Primero», dijo Samuel, «no temas arriesgarte. Las oportunidades no siempre llaman dos veces, y algunas de las mejores experiencias de la vida provienen de tomar riesgos calculados».
«Segundo, valora las relaciones. La familia y los amigos son tesoros que deben ser apreciados. No dejes que el trabajo o las preocupaciones diarias te impidan disfrutar de momentos significativos con quienes amas».
«Y tercero, nunca dejes de aprender. La vida está llena de descubrimientos y sorpresas. Mantén viva la llama de la curiosidad y permítete crecer constantemente».
Elena escuchó atentamente cada palabra, absorbiendo la sabiduría de Samuel como una esponja. Al final de la charla, Samuel le regaló una pequeña vela y le dijo:
—Enciende esta vela cada año en Navidad como un recordatorio de las lecciones que te he compartido. Deja que su luz te guíe hacia una vida plena y sin remordimientos.
Esa noche, Elena encendió la vela y reflexionó sobre las palabras de Samuel. Mientras las llamas danzaban, ella tomó la decisión de vivir cada día con propósito y alegría. La enseñanza de Samuel se convirtió en su guía, y cada Navidad recordaba con gratitud al hombre sabio que le había mostrado el camino hacia una vida plena.