¿Por qué esperar tanto tiempo?
Consulté a uno de mis amigos que ha superado los 60 años y se encamina hacia los 70: «¿Qué tipo de cambio estás experimentando?» Su respuesta resultó en estas líneas sumamente interesantes que deseo compartir con todos ustedes:
- Tras dedicar amor a mis progenitores, hermanos, cónyuge, hijos y amigos, finalmente comencé a dirigir ese amor hacia mí mismo.
- Recién ahora caigo en cuenta de que no soy «Atlas». El mundo no reposa sobre mis hombros.
- He dejado atrás las negociaciones minuciosas con vendedores de productos agrícolas. Al fin y al cabo, unos pocos pesos no generarán un desequilibrio en mi bolsillo, pero podrían contribuir al ahorro del humilde vendedor para las cuotas escolares de su hija.
- Pago al taxista sin aguardar el cambio. Un extra de dinero podría dibujar una sonrisa en su semblante. En definitiva, trabaja mucho más arduo que yo.
- He cesado en expresar a los ancianos que han relatado esa historia en repetidas ocasiones. Total, dicha narrativa los conduce por el sendero de sus recuerdos, permitiéndoles revivir el pasado.
- He asimilado la idea de no corregir a las personas, aún si sé que están equivocadas. Al fin y al cabo, la tarea de perfeccionar a todos no recae en mis manos. La serenidad posee más valor que la perfección.
- Otorgo elogios con liberalidad y generosidad. En última instancia, eleva el ánimo no solo del receptor, sino también del mío propio.
- He interiorizado la enseñanza de no inquietarme por una mancha en mi vestimenta. A fin de cuentas, la personalidad comunica más que la apariencia.
- Me distancio de aquellos que no reconocen mi valía. En última instancia, podrían desconocer mi valía, pero yo la conozco.
- Estoy en proceso de aceptar sin vergüenza mis emociones. Al fin y al cabo, son mis emociones las que me confieren mi humanidad.
- He asimilado que es preferible ceder el ego que romper un vínculo. Después de todo, el ego me mantendría apartado, mientras que las relaciones nunca me dejarán solo.
- He adoptado la filosofía de vivir cada jornada como si fuera la última. En última instancia, bien podría serlo.
- Estoy siguiendo mi propio camino hacia la felicidad. Al fin y al cabo, soy el único responsable de mi propia felicidad.
- He aprendido a apreciar a mis amigos, ya que cada día estoy perdiéndolos, no por desavenencias, sino porque se han adelantado al reino eterno.
- Valorizo todo lo que poseo más que lo que deseo, porque lo que ya tengo es mío: Mi vida, mi familia y mis amigos.
Decidí compartir esto al cuestionarme: ¿Por qué esperar tanto tiempo? y ¿Por qué no podemos aplicar estas enseñanzas en cualquier etapa de nuestras vidas? No es necesario envejecer para buscar la felicidad…
Desconozco el autor