Así se puede regenerar el hígado graso no alcohólico
La enfermedad de hígado graso no alcohólica puede tardar décadas en dar síntomas, pero con cambios en el estilo de vida y la alimentación, el hígado es capaz de regenerarse si se coge a tiempo
Por Verónica Palomo 29 de junio de 2023
Más de 10 millones de españoles padecen la enfermedad de hígado graso no alcohólica (EHGNA). A pesar de que esta dolencia crónica en sus comienzos no da síntomas, se desarrolla de manera lenta y progresiva y puede evolucionar hasta convertirse en cáncer de hígado. Si se interviene en sus estadios iniciales, el hígado tiene la capacidad de regenerarse. ¿Cómo? Te contamos los pasos que hay que dar para impedir que el daño sea irreversible.
1. Controlar los factores de riesgo
¿Y cuáles son los principales factores de riesgo de la EHGNA? La obesidad, la diabetes, la hipertensión, el colesterol y, en general, todas las afecciones incluidas en el síndrome metabólico: tensión alta, niveles de azúcar en sangre, exceso de grasa en la zona de la cintura, colesterol malo y triglicéridos altos. Por tanto, para regenerar el hígado hay que controlar al máximo, con ayuda del médico, todas las alteraciones metabólicas que sufra el paciente. Por ejemplo, la diabetes, si se es diabético, o la tensión alta, si uno es hipertenso. Y tomar las medicinas adecuadas para el manejo de estas enfermedades.
2. Pérdida de peso
Perdiendo un 10 % del peso inicial, la grasa hepática disminuye, mejorará la analítica y, con ello, las alteraciones que esta grasa produce en el hígado.
3. Ejercicio físico
Tanto aeróbico como anaeróbico, pero hay que moverse. Lo ideal para ver resultados son 150 minutos a la semana, o, al menos, cuatro sesiones por semana de 40-50 minutos. No hace falta hacer maratones o machacarse en el gimnasio. También se puede andar a un ritmo rápido (sintiendo que uno se cansa) y, si en lugar de minutos se prefiere controlar los pasos, como mínimo habría que realizar al día entre 8.000 y 10.000 pasos.
4. Dieta y nada de excesos
Pequeñas modificaciones son efectivas, no se necesita un plan estricto de alimentación. “La composición de la dieta influye en su desarrollo. Si es rica en azúcar añadido, grasas saturadas o hidrogenadas o está compuesta por alimentos procesados o ultraprocesados, el riesgo es mayor. Se ha demostrado que una dieta basada en el patrón mediterráneo, que contenga aceite de oliva virgen extra, cereales integrales, pescado azul, frutos secos, legumbres, frutas y verduras frescas puede proteger de su desarrollo”, explica Rocío Aller de la Fuente, miembro de la Asociación Española para el Estudio del hígado (AEEH).
Por supuesto, nada de alcohol ni de excesos puntuales. Esta patología suele empeorar tras el verano, ya que en esta época se abandonan las rutinas en la alimentación, se bebe más alcohol y se deja en suspenso el ejercicio.
Pero si se quiere revertir la enfermedad, no se puede bajar la guardia. Como indica el hepatólogo y experto de la Federación Española del Aparato Digestivo Javier Ampuero, “el cambio en el estilo de vida y en la alimentación tiene que llegar para quedarse”.
Fuente: https://www.consumer.es/