¿Cómo hablar de dinero y repartir los gastos domésticos en pareja?

El 20% de las parejas españolas discute por motivos económicos.

AMINIE FILIPPI – Actualizado 01/02/2021 – 12:01

La economía doméstica puede ser una auténtica bomba de relojería si no se sabe gestionar bien. Para que no sea un quebradero de cabeza, una psicóloga y un coach financiero de pareja nos ayudan a saber cómo repartir los gastos de la mejor manera y cómo y cuándo hablar del tema.

Pese a que es un asunto que nos atañe a todos, todos los días y a cada rato, hay quien considera que hablar de dinero pone los pelos de punta, es un tema tabú, indiscreto o, simplemente, feo. O a quien le da pudor (indefectiblemente nos sitúa en una escala social) tanto si gana una buena suma como si apenas llega a fin de mes. Lo curioso es que suceda en el entorno más íntimo que tenemos: el de la pareja.

Hay quienes lo comparten todo, pero hay otros a los que les resulta incómodo planificar o tan solo hablar de los números, hasta enfadarnos. Tanto es así que 1 de cada 5 parejas en España reconoce discutir a causa del dichoso dinero, según el Informe Europeo de Pagos de Consumidores, de Intrum. Para que no formes parte de esta cifra, no olvides que la comunicación con tu pareja (incluida la referida a la gestión financiera) evitará desagradables enfrentamientos en torno a los euros y que aprender a repartir los gastos es cosa de parejas sanas.

TU RELACIÓN CON EL DINERO, REFLEJO DE TU PERSONALIDAD

La psicóloga Marta de Prado García, terapeuta familiar y profesora en la Universidad Francisco de Vitoria, nos cuenta que las parejas no acuden a consulta por asuntos de dinero, pero sí es un tema recurrente que aparece en las terapias. «Lo económico da pie a que salgan otros conflictos a la luz y se proyecten problemas ya existentes. Por eso, en este ámbito influyen tanto la persona como el estilo de relación que se quiera tener y el momento en el que se habla de estos temas, ya que no es lo mismo discutirlos en la cola del súper, que hacerlo en casa, cuando ambos están relajados y con ganas de llegar a acuerdos», dice la experta.

Muchos expertos dicen que la administración de las finanzas conjuntas puede ser un reflejo de nuestra propia personalidad, de nuestros valores y lo que somos como personas y cómo nos movemos en los distintos campos de la vida. En torno a esto, la economista Cristina Benito describe cinco perfiles individuales en su ensayo Money Mindfulness (Grijalbo), traducido ya a siete idiomas:

  1. Pirómana o pirómano. Le «quema» el dinero entre las manos y, a su vez, ha de «quemarlo» rápido, casi compulsivamente; compra caprichos y necesita fulminarlo en lo primero que le gusta.
  2. Los desprendidos. Sienten necesidad de entregar su dinero en forma de donación, préstamo o regalo. Todo a cambio de aprobación y ganas de ser queridos.
  3. La neurótica o el neurótico. Cuando gana dinero, se siente en falta con sus ideales. Incluso, teme ser criticada o criticado por subir en la escala social, se culpa y hasta se avergüenza.
  4. Hormiguita. Moderados respecto al gasto y muy concienciados con el ahorro; sin embargo, puede dar problemas cuando se vuelve una obsesión.
  5. La nube del no saber. Sea porque no le van las cuentas o no le interesa controlar los gastos, deja en manos de la pareja toda la administración. Responde, en este sentido, a una actitud cómoda pero, luego, vienen las discusiones cuando está en desacuerdo con quien adopta el rol de gestor.

 CUANDO EL DINERO GENERA CONFLICTO

Además del perfil de cada uno, los conflictos se van gestando de acuerdo a la experiencia de cada uno y a su historia personal, lo que también puede ser un arma de doble filo. «Cuando vas con ideas preconcebidas porque has visto en casa que los gastos se gestionan de una manera, dando por supuesto que tu pareja tiene que hacerlo igual, empieza el choque de opiniones», señala el coach financiero de pareja Xabier Santesteban.

«El dinero es solo una herramienta que nos acerca a lo que queremos. No es el objetivo final. No se trata de querer dinero porque sí, sino por lo que nos va a dar: hogar, ocio, experiencias, bienestar… Por eso, lo primero, incluso antes de irnos a vivir juntos, hay que hablar: si no hablamos sobre nuestros objetivos de vida, nuestros valores, de qué queremos hacer a nivel personal y como pareja, poco vamos a poder gestionar nuestra economía«.

La misma opinión tiene la psicóloga, ya que reflexiona que «quizá alguno ha vivido situaciones complicadas con el dinero y necesita tener mucho control sobre sus gastos. O quizá, está acostumbrado a disfrutar del dinero en tiempo real sin preocuparse del gasto». Según su experiencia, hay personas que empiezan sus finanzas juntos, metiéndolo todo en el mismo saco, pero 20 años después, «resulta que uno ha descubierto un hobby que es caro (la navegación, por ejemplo), que no parece justo que asuma la otra persona.

O, en el caso contrario, que empiezan con cuentas separadas porque no saben cómo va a ser la convivencia y, con el tiempo, se dan cuenta de que todos sus gastos son comunes. Por eso, hay que entender que hay momentos evolutivos de cada pareja e irse adaptando a ellos», asegura De Prado.

LAS DISCUSIONES MÁS HABITUALES

Ser demasiado ahorrador o demasiado derrochador suscita discusiones en la pareja, reproches, desconfianza, es decir, «no se forma equipo», como dice De Prado. «Cuando buscas una pareja, de alguna manera, buscas a alguien que conecte contigo en la forma de vivir, en general y, también en la forma de entender lo económico.

No es que un ahorrador y un gastador no puedan convivir, pero tienen que hablar y ser generosos», comenta la experta. Cloé Madanes, profesora de terapia familiar argentina dice en El significado oculto del dinero, que este también genera competencia dentro de la pareja. «Si uno solo gasta y el otro solo ahorra, se crea un evidente desequilibrio.

Pero las discusiones también se dan incluso si los dos son derrochadores o si son ambos ahorradores, ya que uno querrá serlo más que el otro», dice Santesteban. El coach añade el concepto de la infidelidad financiera, «que ocurre cuando hay secretos en los gastos o el ahorro, mentirijillas u omisión respecto al dinero de los dos. Es lo que suele ocurrir cuando cada uno gestiona sus ingresos por separado, no se detienen a hablar, alguno se siente sin libertad ni independencia».

NO HAY FÓRMULA BUENA O MALA, TODO DEPENDE

Marta de Prado considera que se hace necesario repartir los gastos en las parejas en las que el concepto y uso del dinero crea conflicto y que están asentadas en criterios económicos muy diferentes. «Hay parejas que se supervisan, se preguntan en qué han gastado el dinero, se piden permiso o explicaciones, incluso, se reprochan; hay otras, que no necesitan hacer reparto de gastos porque todo está asumido entre los dos y para los dos. Por eso, no hay una sola fórmula, ninguna es buena ni mala. La pareja debe valorar cuál le va mejor a los dos«, apunta la autora de Cómo te relacionas en pareja (Lo que No Existe).

PRESUPUESTO: ¿JUNTOS O SEPARADOS?

Hay distintas combinaciones para repartir los gastos domésticos, pero, como se lee en Parejas felices, cuentas en orden (Harper Collins), de Elaine King, antes de decidirlo no te olvides primero de hablar y poner tus cartas sobre la mesa, y luego, de discernir entre lo que es tuyo y lo de ambos. Además, de crear un plan de gastos que os funcione (no a tu amiga ni a tu vecina, sino que a vosotros como pareja) y de mejorar siempre la experiencia para hacerla duradera. Para conseguir que todos estos pasos salgan bien, Santesteban nos describe algunos modelos:

  • Todo junto. Como se hacía antiguamente, todo en una cuenta y de ahí se va sacando.
  • Una cuenta común y un sueldo. Tener las cuentas por separado y aportar el 50% para una cuenta de gastos en común. En este caso, el experto recomienda desglosar aún más y propone que la cuenta de gastos sea donde van los ingresos de ambos y de ahí se paguen los recibos mayores (alquiler, hipoteca, comida, luz, gastos comunes, coche, etc.). Paralelamente, separar unos sobres en efectivo para el día a día: supermercado, tinte, ocio en común, por ejemplo. Apartado este dinero, el restante dejarlo para destinar un sueldo para que cada uno disfrute de cierta independencia, de su ocio, hobbies o regalos para el otro. Por último, también vendría bien tener una cuenta de ahorro, que puede servir para viajes, regalos grandes, extras o, simplemente, como colchón, el de ‘por si acaso'».
  • Gastos prorrateados. También algunas parejas prorratean según los ingresos, es decir, aportaciones de porcentajes en función de lo que gane cada uno. Si una parte de la pareja ingresa más que la otra, puede afrontar mayores gastos sin que sea un esfuerzo desproporcionado para ninguno. Esto evitaría la carga injusta que supone, a veces, dividir cada gasto al 50%.
  • Cuentas individuales y gastos según acuerdo. El problema con este modelo viene cuando no ganan cifras parecidas y cuando el reparto es desigual. Otro problema que sucede aquí es que a veces lo que para uno es un gasto normal para el otro corresponde a uno de más peso. ¿Quién decide qué es un gran gasto o qué un detalle? Pero es una buena fórmula para quienes ingresan montos parecidos y tienen el concepto que todo es de ambos por igual.

 CUÁNDO Y CÓMO ABORDAR EL TEMA

Santesteban advierte que el momento ideal para enfrentar el tema del dinero es, incluso, antes de tener pareja. «Es esencial conocernos a nosotros mismos en este aspecto. Así, cuando tengamos una pareja, podremos explicarle mejor por qué y en qué queremos gastar nuestros ingresos». Si esto deriva en una discusión, habrá que tener en cuenta que hay que trabajarlo. «Otro momento clave es el de irse a vivir juntos. Aparecerá el tema de la compra en el súper, del ocio, del ahorro. Por eso, es mejor saber cómo se van a llevar las cuentas, si juntas o separadas, cuáles serán los gastos, etc.».

Ya puestos en situación, el lenguaje y forma importan. Hablar en primera persona de las expectativas, sin criticar ni recriminar es un buen comienzo de cualquier conversación. También lo es mantener un tono amable y cariñoso, porque la idea es gestionar las finanzas para mejorar la convivencia. Y, por mucho que nos pese, conocer cuánto dinero se dispone en el banco, cuánto os podéis gastar y definir qué corresponde a un gasto común y qué a gastos personales.

El coach propone el ejercicio de establecer un día del dinero, en el que se hace la contabilidad semanal o mensual, y se va ajustando así la economía doméstica. Es una buena forma de empezar cada mes: con las cuentas claras y sin discusiones por dinero en el frente.

 

Fuente: https://www.telva.com/estilo-vida/2021/02/01/6017fe4a01a2f1cd4a8b45c6.html