“Una nación revela su carácter por los valores que defiende.” Norvell Kay Granger

Todos los actos que permiten la sana convivencia entre los seres humanos, así como aquellos que favorecen las relaciones humanas pueden ser considerados valores, virtudes o principios.

Todos son cualidades propias de las personas que guían y orientan su accionar diario, de modo que las personas puedan establecer relaciones sanas, sin perjuicios de ninguna índole. En este orden de ideas, no es lo mismo hablar de valores y virtudes y aunque son conceptos similares, sus aplicaciones son distintas. Por tanto, en el presente artículo se presentan ambas definiciones con sus características y aplicaciones, de modo que se pueda establecer claramente las diferencias que existen entre cada uno de ellos.

Los valores se pueden definir como bienes que el conocimiento humano posee, acepta y vive.

También, son criterios o normas que guían la actuación del individuo en el ámbito personal, familiar, laboral y social. Los valores están orientados al crecimiento personal mediante el convencimiento intelectual, lo que quiere decir que, la persona acepta sus valores como normas de vida y actúa en función de ellos.

Por otro lado, los valores pueden ser positivos o negativos:

  • Los valores positivos son aquellos socialmente aceptados y que resultan de lo que se considera bueno o positivo. Además, los valores positivos regulan en gran medida la convivencia y el bienestar de las personas desde el punto de vista social.
  • En contraste, los valores negativos, también llamados antivalores, son aquellos que la sociedad considera negativos, ya que, atacan el bienestar personal, familiar, social o que pueden afectar de forma negativa a terceros.

Los valores son subjetivos y personales, ya que, lo que representa un valor para un individuo, puede no serlo para otra persona.

Todos los seres humanos poseen valores, ya que, éstos son el conjunto de creencias, criterios y normas que orientan la conducta de la persona. No obstante, los valores pueden o no ser practicados, debido a que, son cualidades que posee la persona pero no necesariamente se pueden manifestar en la conducta.

La práctica permanente de los valores se transforma en virtudes. Porque los mismos se afianzan en la conciencia de la persona.

Virtudes

Podemos decir que las virtudes son el conjunto de hábitos que determinan el comportamiento de una persona. Son el afianzamiento y arraigo de los valores (conjunto de creencias que orientan la conducta) los cuales necesariamente son manifestados a través de las acciones de la persona. Las virtudes son la repetición habitual de un conjunto de acciones positivas, las cuales se aprenden y manifiestan de forma voluntaria e involuntaria y permite a la persona hacer el bien para sí y para otros, y dar lo mejor de sí en cada actividad o tarea que realice.

Las virtudes atienden a la necesidad del hombre de alcanzar la perfección y la excelencia

  • Se puede decir que las virtudes son cualidades innatas que se desarrollan durante la vida de la persona.
  • La práctica permanente de las virtudes transforma al individuo en una persona íntegra, ya que, éstas se arraigan y forman parte de la personalidad del individuo.
  • Una de las características principales de las virtudes es la intencionalidad, porque la persona debe estar dispuesta a actuar de acuerdo a sus virtudes.

Tomando en cuenta lo anteriormente descrito, se puede decir que las principales diferencias entre valores y virtudes son:

  • Los valores son criterios que orientan la conducta humana mientras las virtudes son hábitos de comportamiento humano.
  • Los valores son adquiridos durante la vida mientras que las virtudes son innatas y se desarrollan y afianzan durante la vida.
  • Los valores pueden o no manifestarse mientras que las virtudes necesariamente se manifiestan en el accionar de la persona.

La educación en virtudes y valores se inicia en la familia.

Y es ésta la primera y principal responsable de esta educación, no pudiendo, por tanto, delegar esta responsabilidad en ningún otro estamento o persona.

Es cierto que la escuela es la continuadora de la educación que los padres han elegido para sus hijos, pero nunca puede suplantar ni absorber el papel primordial que tienen los padres en este sentido. Es un derecho y un deber inalienable que los padres deben ejercer y mantener.

La educación en virtudes y valores es algo que no tiene fecha de caducidad, puesto que los padres siempre están influyendo en la vida de sus hijos de una forma o de otra. Cuando son pequeños, deben ser  orientadores para la vida.

Pero cuando los hijos se independizan, forman su propia familia y los padres ya no influiyen en ellos de una forma directa, siempre estarán ahí cuando les piden un consejo, hablen de sus cosas y problemas, y siempre estarán dando ejemplo de vida, de ejercicio de los valores y virtudes.