Sobre la autoestima
Para una sociedad que rinde culto a la autoestima, como la occidental, confundirla con el amor propio ha sido uno de los errores más caros.
Nos ha costado, a nivel personal, una aniquiladora y constante ansiedad, por falta de sentido de la vida. No es a través de la mirada ajena que debemos mirarnos, para amarnos a nosotros mismos, porque los demás siempre querrán que respondamos a sus expectativas, sin darse la oportunidad de conocernos realmente.
La autoestima se puso de moda hace unas décadas y ha acabado por convertirse en un tópico, en un cajón de sastre que usamos a diestra y siniestra. El término lo acuñó William James hace un siglo, pero las y los psicólogos de hoy en día no se ponen muy de acuerdo en su definición.
Parece que usamos la palabrita incorrectamente
Alguien aprueba un examen, consigue empleo, le toca la lotería, se hace la cirugía estética para mejorar su imagen y decimos que le ha subido la autoestima. La autoestima es una condición psicológica que no cambia de la noche a la mañana ni de un mes para otro. Es más estable que todo eso; y eso juega a nuestro favor, porque significa que, en general, no perdemos nuestras facultades de golpe, que no nos derrumbamos a la primera de cambio.
Hay dos ingredientes fundamentales de la autoestima:
El desarrollo de capacidades y el sentirse bien o digno de merecer una buena vida. M. Seligman apunta que lo segundo es consecuencia de lo primero. Si no sabemos hacer ciertas cosas, nos sentiremos incapaces; y si nos sentimos capaces, el bienestar nos llegará por añadidura.
De lo que se deduce que la mejora de la autoestima es una tarea. Implica que nos dejen libres para equivocarnos y que nos corrijan (eso sí, con críticas constructivas), y su mejoramiento requiere de tiempo y esfuerzo. Pero claro, el esfuerzo es un valor a la baja que ya no está de moda en las sociedades posmodernas.
Para cambiar tu realidad exterior a la que deseas y asegurarte de que tu sentido de autoestima sea imposible de sacudir, es necesario recuperar tu poder interior que, sin saberlo, se entregó a las influencias externas.
Hay tres formas seguras de hacerlo:
1- Estar presente con tus pensamientos
El mito de la autoestima pone su atención en un momento del pasado en el que parecía que la vida era mejor para ti , o pone su atención en el futuro, donde la vida parece volverse más difícil. Concéntrate en cambio en tu momento presente y crea un hábito regular de ofrecer gratitud genuina por lo que tienes en tu vida ahora.
2- Confía en su voz auténtica
Hay dos voces principales a través de las cuales te hablas a ti mismo. Mejorar su sentido de dignidad a menudo se reduce a en quién confías. Tu crítico interior te habla a través del miedo, la escasez y tus creencias limitantes. Tu voz auténtica lleva una vibración y un tono claramente diferentes. Tu voz auténtica te habla desde un lugar de amor verdadero y honra tu dignidad. Crea tiempo para observar conscientemente cómo tus creencias limitantes están conectadas con tu diálogo interno. Presta mucha atención a estas dos voces y comienza a confiar en la guía infalible de tu voz auténtica y verdadera.
3- Conéctate con tu niño interior
De todas las partes de ti, la que está más afectada por el mito de la Autoestima es tu niño interior. Ella es un conducto directo hacia el amor verdadero y la felicidad genuina. Crea tiempo cada día para conectarte con ella de manera consciente, amorosa y divertida.