Mi abuela materna nació en Gijón, Asturias y con 19 años abandonó su tierra..
Escapando del hambre como tantos fue a parar al sur, a la Argentina. Se casó en el barco. Ya instalada en el sur dió vida a 5 hijos.
Trabajó como empleada domestica, limpiando y planchando para otras familias. Había pobreza pero sin miseria. Cultivó siempre su huerto, tenia gallinas y arboles frutales. La cocina era a leña, y el agua de un pozo.
Vivíamos cinco en una pieza. Y fuí muy feliz , porque en lo de mi abuela, con la que me crie , faltaban muchas cosas, pero sobraba amor y ternura.
Me enseñó la cultura del trabajo, del estudio como un fín para un mejor futuro, también el respeto y la honestidad.
Nunca se quejó y siempre agradeció al país y a la gente que le permitieron encontrar una vida mejor. Murió sin saber leer ni escribir.
Hoy en cada aniversario de su cumpleaños, la recuerdo mas que nunca y pienso que, desde el cielo estará sonriente y orgullosa, por la persona de bien en que se convirtió su nieto.
Gracias abuela por tantos ejemplos y buenas enseñanzas que me brindó de niño.
In Memorian de Natividad María Espina
Me expuse a contar algo tan personal porque sentí que a veces es necesario hacerlo para mostrar de donde venimos y hacerlo con orgullo.
La historia de mi abuela representa a miles de españoles e italianos que escapando del hambre y el dolor buscaron una nueva vida en otro país .
Mis abuelos paternos vinieron desde Italia, muy pobres a trabajar como labradores.
También es un reconocimiento a todos nuestros mayores y a todo lo que hicieron para que sus hijos y nietos tuviesen una vida mejor. Ellos vivieron crisis como las que nos toca vivir en tiempos de pandemia y callados pusieron todo el esfuerzo para salir adelante, tal vez en situaciones mas difíciles que las actuales.
Nos dejan un mensaje claro y concreto: no querían vivir de limosnas ni existían las prerrogativas políticas de turno. Creo que en muchos países todo esto se perdió y no se porque.
Siento que es bueno poder mostrar mas allá de nuestros títulos y CV que somos personas de carne y hueso, que tienen sentimientos y sienten agradecimiento y respeto por los que nos dieron.
Por Omar Romano Sforza