Por qué anhelamos la comida incluso cuando no tenemos hambre
Los antojos de alimentos son muy familiares para la mayoría de las personas. Podemos ver u oler la comida y querer comer, o algunas veces de repente sentimos ganas de comer algo delicioso. Estos deseos intensos ocurren incluso cuando no tenemos hambre y pueden ser muy difíciles de resistir.
14 de agosto de 2020 17:31 CEST
Autores:
· Charlotte Hardman – Senior Lecturer in Psychology of Appetite and Obesity, University of Liverpool
· Carl Roberts – Tenure Track Research Fellow, University of Liverpool
Hay muchas razones por las que podemos “sentir” hambre incluso si nuestro estómago no está gruñendo. El hambre física en nuestro cuerpo está controlada por señales fisiológicas complejas que estimulan nuestro apetito y luego lo suprimen después de haber comido (lo que se conoce como saciedad). Sin embargo, comer es mucho más que responder a una necesidad biológica.
Hay otro sistema que nos impulsa y motiva a consumir alimentos ricos en energía (calorías): el sistema de «recompensa alimentaria» del cerebro . La naturaleza gratificante de la comida puede anular fácilmente nuestras señales de saciedad y socavar seriamente nuestra capacidad para resistir la tentación.
Comer alimentos deliciosos es inherentemente placentero
Este disfrute anticipado es un poderoso motivador de nuestra ingesta de alimentos. La vista y el olor de los alimentos atraen nuestra atención y podemos empezar a pensar en lo agradable que sería comer. Esto puede resultar en antojos y consumo de alimentos.
Las investigaciones incluso han demostrado que la comida chatarra, como el chocolate, el helado, las patatas fritas y las galletas, son especialmente difíciles de resistir . Este tipo de alimentos son ricos en grasas y / o azúcares, lo que los hace muy apetitosos y, por tanto, deseados.
La recompensa de la comida se basa en una biología cerebral compleja, que incluye el sistema opioide endógeno y el sistema endocannabinoide, los cuales tienen funciones en el «agrado» y el «deseo» de la comida (como el placer de comer y la motivación para obtener comida). El núcleo accumbens (un área del cerebro que controla la motivación y la recompensa) contiene sitios receptores de opioides y cannabinoides superpuestos que, cuando se estimulan, producen efectos poderosos sobre el deseo, el antojo y el disfrute de la comida.
En algunas personas, estos sistemas pueden ser más activos que en otros, por lo que su motivación para comer es increíblemente poderosas
Por ejemplo, los estudios de imágenes cerebrales han demostrado que en las personas que habitualmente anhelan el chocolate, hay una mayor actividad en las regiones de recompensa del cerebro cuando se les presenta la vista y el sabor del chocolate, en comparación con las personas que no tienen antojos de chocolate. Es probable que estas diferencias individuales se deban a una combinación de factores genéticos y aprendidos que aún no se han entendido completamente.
El sistema de recompensa también nos permite formar asociaciones entre estar en determinadas situaciones y comer alimentos ricos en calorías, como querer pescado y patatas fritas cuando estamos en la playa o palomitas de maíz en el cine.
Un estudio interesante descubrió que las personas podían aprender fácilmente tales asociaciones cuando se les daba un batido mientras se les mostraban imágenes en la pantalla de una computadora. Los participantes informaron un mayor deseo por un batido cuando se les mostraron estas imágenes en comparación con cuando se les mostraron imágenes que no estaban asociadas con el batido.
El sistema de recompensa de alimentos es muy eficiente para dirigirnos hacia las fuentes de alimentos y fomentar el consumo y, debido a esto, puede anular fácilmente las señales de saciedad.
En nuestro pasado evolutivo, cuando éramos cazadores-recolectores, este sistema habría sido muy ventajoso, ya que necesitábamos poder detectar rápidamente las fuentes de alimentos y consumir grandes cantidades de alimentos ricos en energía cuando estuvieran disponibles. Este sobreconsumo oportunista nos habría protegido contra futuros períodos de hambruna y asegurado nuestra supervivencia.
Sin embargo, en la sociedad moderna, nuestra motivación natural para buscar alimentos con alto contenido energético nos pone en riesgo de aumentar de peso .
Los entornos dietéticos modernos se han denominado «obesogénicos» debido a la abundancia de alimentos ricos en calorías , que a menudo son de bajo costo y se sirven en grandes porciones. Mantener comportamientos alimentarios saludables en este entorno es increíblemente difícil y requiere un esfuerzo constante.
Los antojos de alimentos
En primer lugar, es importante comprender que existen poderosas fuerzas biológicas y psicológicas que nos motivan hacia la alimentación y que operan constantemente en un entorno obesogénico. No hay nada moralmente inferior en ceder a los antojos de comida. Se sabe que la culpa y el estigma en torno a la alimentación y el peso son muy perjudiciales y deben erradicarse. Sin embargo, hay formas en las que podemos controlar nuestros antojos.
Las personas suelen seguir dietas restrictivas como una forma de controlar su alimentación y su peso
Sin embargo, paradójicamente, hacer dieta puede empeorar los antojos de comida. En un estudio , las personas que hacen dieta experimentaron fuertes antojos por los mismos alimentos que estaban tratando de restringir. La evitación puede hacer que los alimentos problemáticos sean aún más prominentes en nuestras mentes, y una vez que comenzamos a pensar en estos alimentos, aumenta el deseo y los antojos .
Por lo tanto, es probable que establecer metas realistas de alimentación y control de peso sea un mejor enfoque. Alcanzar las metas aumenta la fe en nuestra capacidad para triunfar y mejora el estado de ánimo, lo que a su vez puede ayudarnos a mantener patrones de alimentación más saludables. Por el contrario, establecer metas poco realistas tiene el efecto contrario .
También es importante identificar y gestionar situaciones tentadoras
Por ejemplo, evitar por completo el pasillo de dulces en el supermercado puede ayudar a prevenir los antojos y frenar las compras impulsivas. Muchas personas también experimentan antojos y deseos de comer en respuesta al estado de ánimo. Por lo tanto, puede resultar útil intentar desarrollar estrategias de afrontamiento alternativas que no impliquen comer y beber (como salir a caminar).
Finalmente, distinguir entre las señales físicas de hambre y los antojos también puede ayudar a controlar la ingesta de alimentos. La » alimentación consciente » implica prestar atención a las señales de hambre y saciedad, y se ha demostrado que es una estrategia eficaz para perder peso.
Todos podemos, y debemos poder, disfrutar comiendo alimentos de buen sabor. Es importante escuchar las señales de saciedad de nuestro cuerpo para no exagerar.