COVID-19 Receta para una cuarentena sana

Creo que la base sobre la que fundamentar una cuarentena “sana” tiene los siguientes ingredientes:

  • Motivación intrínseca: “Puede que la idea de quedarse en casa sea de las autoridades, pero soy yo quien decide seguirla. Soy yo quien está de acuerdo en cumplirla”.
  • Altruismo: “No se trata de esconderme para no contagiarme yo. Quizás ya esté contagiado. Se trata de no extender la infección”. Echar las cuentas es fácil: si permanezco en casa estando sano, los contagiados serán cero; si me quedo estando contagiado, solo habrá un contagiado: yo; si salgo estando sano puedo contagiarme y puedo extender la enfermedad a otras personas, los contagiados serán muchos, incluyéndome a mí. ¿Qué prefiero?
  • Previsión: “Sé que necesitaré tales alimentos y medicamentos, por eso los tengo preparados”. Pero también sé que voy a tener sentimientos para los que me tengo que preparar:
    1. Incertidumbre y temor por mí y por mis seres queridos (a algunos de los cuales no voy a poder ver y eso me hará sentir tristeza);
    2. Si las autoridades aumentan el número de días de cuarentena cuando ya estamos en ella (cosa que puede suceder aunque es totalmente desaconsejable), entonces me sentiré engañado y desconfiaré de quien debería fiarme profundamente;
    3. Me aburriré de estar todo el día en casa, me sentiré frustrado por no salir a hacer cosas que me apetecen y eso me hará estar más irritable;
    4. Si le he transmitido el virus a alguien, me sentiré culpable…
  • Un “Botiquín psicológico”para combatir la epidemia del miedo:
    1. Informarnos diariamente (que no continuamente) en fuentes fiables y oficiales.
    2. Practicar ejercicio físico: bicicleta estática, flexiones, subir y bajar escalones, etc.
    3. Mantener comunicación con los seres queridos cada día, preferiblemente por videoconferencia.
    4. Realizar todas aquellas actividades que nunca hemos tenido tiempo de hacer y que siempre posponemos (lectura, música, ver series, pintar, aprender a cocinar, estudiar historia…).
    5. Practicar actividades de crecimiento personal (relajación, orar si se es creyente, meditación, sentido del humor, gratitud, perdón).
    6. Hacer lo anterior todos los días, convirtiéndolo en una rutina.

 

Autor José Antonio Muela Martínez – Profesor Titular Departamento de Psicología, Universidad de Jaén

Fuente: The Conversation