“A Malasia con un Tango”, la travesía de un empresario pyme

Omar Romano, navegante de tempestades, es uno de esos hombres que desafiaba las leyes del naufragio en un país donde la economía parece una barca a la deriva, así lo entiende la periodista Silvia Naishtat, en el diario Clarín, en su nota del día 28 de septiembre del 2024.

Ella cuenta, que todo comenzó en 1979, cuando Romano, junto a su amigo y socio Arnaldo Colusi, decidió convertir lo que había sido un “boliche” bailable en un laboratorio de especialidades veterinarias. Un lugar que había visto el derroche de noches de fiesta ahora sería testigo de la creación. Y no fue fácil, porque nada en Argentina lo es.

Bedson Sociedad Anónima, su empresa, nació en medio de un país donde las crisis son el pan de cada día y la estabilidad, una quimera inalcanzable.  Pero Omar y Arnaldo, como dos alquimistas obstinados, se propusieron crear soluciones para la industria avícola, en un “territorio Comanche.”

Colusi, un científico apasionado por la microbiología desarrolló la primera vacuna argentina contra la tifosis aviar, una enfermedad que diezmaba a las gallinas ponedoras. Esa fue la chispa que encendió la mecha. Con esa innovación, Bedson empezó a hacerse un nombre, a abrirse paso en un mundo dominado por gigantes. Pero no se detuvieron ahí. Bedson creó después un antibiótico a base de fosfomicina, Fosbac, que se convirtió en el producto estrella de la empresa, capaz de actuar en menos de tres días y sin dejar residuos en los tejidos, ni resistencia bacteriana.

Y así, mientras en Argentina las devaluaciones, los corralitos y la inflación se sucedían como un desfile de monstruos de pesadilla, Omar Romano se dedicó a conquistar mercados, porque, así como Colusi tenía la magia científica, Romano conserva el ADN fantástico de la comercialización y el marketing. Una combinación tan perfecta como la de “Messi y Di María.”

Primero la región latinoamericana, después Europa, Medio Oriente, Asia y África. Con el tango como embajador, Omar llegó a lugares impensados, mostrando que, Bedson tenía un corazón grande y productos que podían competir con los mejores. Pero como todo Quijote, no faltaron los molinos de viento. En tiempos de la expresidente argentina, Cristina Fernández de Kirchner, cuando las restricciones cambiarias y las trabas para importar e ingresar divisas eran el pan de cada día, Romano luchó con todas sus fuerzas para que la empresa no se detuviera.

Reconoce que el periodismo argentino fue su gran aliado, y siempre lo agradece. Fueron tiempos de fábrica paralizada, de embarques reducidos, de explicarle a un estado sordo que tenían que pagar sueldos en el exterior y que los clientes internacionales no esperaban.  Y aún así, resistieron. “El que apuesta al dólar pierde”, algunos les decían. Y perdieron muchas veces, pero siempre encontraron una manera de superar crisis.

La burocracia también fue una pesadilla. SENASA, el organismo encargado de aprobar los registros de medicamentos, tardaba hasta cinco años en dar luz verde a productos que en países vecinos obtenían autorización en menos de un año. Pero ni eso pudo detener a Romano, en su conquista de llegar a lo “Marco Polo” a los cinco continentes.

Hoy, Bedson S.A. es un faro en medio de la tormenta. Exporta el 80% de su producción a más de 50 países, cuenta con una planta modelo en Pilar, Provincia de Buenos Aires, Argentina, cercana a los 10.000 metros cuadrados, un equipo de 80 empleados altamente calificado. Filiales propias, a cargo de diferentes territorios en Brasil, Guatemala, Republica Dominicana, España, El Líbano y Malasia.  Omar Romano dejo la presidencia de la organización en el 2017 y paso a formar parte como director del grupo empresario Armejo Yépez, en su segunda patria, el Peru, años después y a pedido de su “hermano peruano” Antonio Armejo, se sumó como director a la empresa de investigación ilender Ciencia y Tecnología en Granada, España.

Bedson, ahora dirigida por la esposa e hijos del socio fundador Arnaldo Colusi, es un ejemplo de que en esta tierra indómita se puede soñar. Romano, sigue como accionista, mientras su hija Laura, se va sumando a la segunda generación de la organización empresarial, Omar sabe que su odisea valió la pena, porque su historia es la de tantos otros que se niegan a rendirse, que siguen soñando con un país mejor, mientras bailan un tango con la esperanza, porque esta es la atrapante historia que cuenta su libro.

A Malasia con un tango, autor Omar Romano Sforza, editorial Círculo Rojo, España.