«Leer: un acto de resistencia en tiempos de ruido»*

En estos tiempos de ruido, donde los relojes corren más rápido que los sueños, leer se ha convertido en un acto de resistencia. Nos han enseñado a consumir, no a contemplar; a apretar botones, no a abrir libros. La palabra escrita, que alguna vez fue puente entre los hombres y sus deseos más profundos, hoy se ahoga en un océano de pantallas que nos muestran todo y no nos dejan ver nada.

Leer no es solo descifrar letras

Es recordar que somos más que carne y números. Es viajar sin boleto, habitar otros mundos sin mover los pies. Pero nos han robado el tiempo y, con él, la capacidad de detenernos. Este sistema, voraz e insaciable, no quiere que pensemos, porque el que piensa sueña, y el que sueña se atreve. Y leer es precisamente eso: un acto de valentía, de rebeldía silenciosa. Leer es atreverse a dudar, a cuestionar, a ser diferente.

Quizá el problema no sea solo la falta de hábito

Sino el modo en que nos presentan la lectura: como una obligación, como una carga. Pero leer no debería ser un deber. Obligar a leer es tan absurdo como imponer el amor. En cambio, debemos devolverle a la palabra su magia, su encanto. Cada página debe ser un espejo, cada historia un recordatorio de que la vida, con todos sus dolores y alegrías, vale la pena ser vivida.

La lectura necesita ser compartida con generosidad

Ofrecida como un regalo y no como una tarea. Hay que acercar libros que enciendan chispas, historias que resuenen con nuestras propias luchas y anhelos. Porque quien encuentra un libro que lo toca, nunca vuelve a ser el mismo. Leer es un acto de amor, un diálogo íntimo con lo que nos hace humanos. En medio del ruido, en este mundo que corre sin pausa, leer es la pausa, la resistencia, la esperanza de volver a sentir.

*Omar Romano Sforza, A Malasia con un tango, Editorial Circulo Rojo.