“La vida debería ser al revés”

La vida, esa maestra impredecible, tendría que arrancar por el final. Deberíamos empezar a morir, para sacudirnos el miedo de una vez. Al principio, como cuando uno cierra los ojos antes de dormir, te encuentras en la calma, y ​​el último suspiro sería el primero, sin traumas ni angustias.

Después te despertarías en una residencia, rodeado de silencios largos y rutinas suaves. Pero, a diferencia de lo que parece, irías mejorando poco a poco.

Te levantarías de esa cama de enfermo y cada día estarías más fuerte. Hasta que te echan, claro, porque ya no encajas ahí, ya no eres alguien a quien cuidar. Y entonces, lo primero que haces es cobrar una pensión.

Con el bolsillo lleno y la espalda más liviana, llegarías a tu primer trabajo. Te dan un reloj de oro en ese mismo día, como si quisieran anunciarte que el tiempo te pertenece.

Trabajarías durante cuarenta años, pero cada jornada te rejuvenece. Los días te sacan las canas, te quitan los achaques, te llenan de vida. Y justo cuando ya eres lo bastante joven para entender que el trabajo no lo es todo.

De ahí en adelante, la vida se vuelve una fiesta.

Te ves a ti mismo saltando de encuentro en encuentro, bebiendo despacito la noche, amando sin urgencia, y con la certeza de que siempre hay tiempo. Porque, al fin y al cabo, te estás preparando para lo mejor.

Vuelves al colegio, pero ahora todo es distinto. No hay presiones, no hay solicitudes que importen, solo el juego. Tus amigos están ahí, como siempre, y tú corres, saltas, te ríes con pureza.

Hasta que llega el momento más esperado: te haces pequeño, más pequeño aún. Todo es tan sencillo. Los últimos nueve meses los pasas en una especie de abrazo infinito, flotando en un líquido tibio, sin preocupaciones, con calefacción y todas las comodidades.

Y entonces, en un último instante de pura alegría, abandonas este mundo en un orgasmo. Así podría ser la vida, tan suave y humana, solo que al revés de lo que conocemos.

 

Texto inspirado en otro que circula en internet y del que se mencionan diferentes autores, entre ellos el genial Quino (en su momento desmentido por el).