¿Qué guarda nuestra Caja Negra?

Todos conocemos la Caja Negra de los aviones. Ese artefacto, tan pequeño y poderoso, que en caso de accidente nos revela el origen de una catástrofe. Pero ¿dónde está la Caja Negra de los humanos? ¿Dónde se esconde ese misterioso dispositivo que podría desentrañar las decisiones que tomamos, su impacto en los otros y en nosotros mismos?

Muchas veces, esa Caja Negra se va con nosotros.

No da tiempo a realizar procedimientos que permitan esclarecer qué hicimos mal, una vez o muchas. Y así, nuestros errores, nuestros aciertos, se pierden en el olvido, como si nunca hubieran existido.

Mucha gente buena, cuando parte, deja su vida al análisis de los que quedan.

Sus seres queridos pueden hablar de las acciones y de los sentimientos que esa persona, y su Caja Negra, contenían, y todos en paz. Los recuerdos fluyen como ríos tranquilos, construyendo una historia de amor y comprensión.

En cambio, otras personas, y yo he conocido a muchas, son y fueron delirantes, envidiosas, contestatarias, mentirosas y más.

La Caja Negra de estas personas no es fácil de interpretar para los bien pensantes, para las buenas personas. Es una Caja Negra llena de enigmas y sombras, de secretos oscuros que nadie quiere desvelar. Y tampoco les interesa.

Esa Caja solo puede interpretarse desde la psicopatología o la maldad. Es un espejo que refleja lo peor del ser humano. Pocos quieren saber cómo fue su vida. Solo les interesa agradecer que ya no habitan este mundo, y seguir adelante, tratando de olvidar.

La Caja Negra de los humanos no está en ningún aparato tecnológico.

Está en la memoria de los otros, en los relatos que construimos y destruimos con nuestras palabras y silencios. Está en los sueños y en las pesadillas, en los susurros y en los gritos. Es una Caja Negra que nunca se abre por completo, que siempre guarda un último secreto, una última verdad que nos hace humanos.