Un agujero en el barco
Un hombre fue llamado a la playa para pintar un barco.
Con pinturas y pinceles comenzó a pintar el barco de un rojo brillante, tal como fuera contratado para hacerlo.
Mientras pintaba, verificó que la tinta estaba pasando por el fondo del barco. Percibió que había un orificio y decidió repararlo. Cuando terminó la pintura, recibió su dinero y se fue.
Al día siguiente, el propietario del barco busco el pintor y le regaló un gran cheque. El pintor quedó sorprendido. ¡Pero si ya me pagó por la pintura del barco!
Mi querido amigo, cuando le pedí que pintase el barco, olvidé de hablarle del orificio. Cuando el barco se secó, mis hijos se subieron y salieron de pesca. Yo no estaba en casa en ese momento y cuando me di cuenta de que habían salido con el barco, recordé con desesperación que el barco tenía un agujero. Imagine mi alivio y alegría cuando los vi retornando sanos y salvos. Entonces, examiné el barco y constaté que usted lo había reparado! ¡Salvó la vida de mis hijos! No tengo dinero suficiente para pagarle por su «pequeña» acción…
Reflexión: No nos limitemos a hacer «apenas lo que se espera de nosotros». No importa para quien, cuando y de qué manera, da lo mejor… ¡Siempre!
Autor: Pepe Luís Pedraza